" Fue un milagro que volando a ciegas de aquel modo no me estrellara contra alguna de esas moles invisibles. Y pensándolo bien, en aquel momento, con aquella pena, creo que bien poco me hubiera importado. Consulté el compás. La máquina estaba enfilada directamente hacia el norte. Salté al suelo, que me dio la impresión de ser el lecho seco de un antiguo lago. Ni una huella, ni una señal de vida en él…"